Dioses, estrellas y brujas. La pirámide perfecta. Tindaya, una joya medioambiental y arqueológica.

La Montaña de Tindaya, Fuerteventura, una joya medioambiental y arqueológica, que apenas se alza 400 metros desde el nivel del mar hasta la cima, parece enorme; gigantesca. Una pirámide perfecta que llama la atención al que transita por estos parajes del norte de la isla de Fuerteventura. Antes de la llegada de los conquistadores normandos, a principios del siglo XV, era considerara como un santuario.

Montaña Grande, a la que llamaron Tindaya, era un templo al aire libre desde el que observar y precisar el paso de los astros a lo largo del ciclo anual.

Desde 1.987 es Espacio Natural Protegido y desde 1.990 es Área de Sensibilidad Ecológica.

Desde el punto de vista geológico, Tindaya, que ha quedado al descubierto debido a la erosión que ha sufrido el volcán que había sobre él, sería pues un ejemplo paradigmático del largo y lento proceso de desgaste que ha sufrido la isla desde hace millones de años y que son responsables de esa geografía dominada por los perfiles suaves y la práctica ausencia de grandes alturas.

 Destaca la presencia de podomorfos, grabados rupestres de diseño rectangular que simulan pies humanos. Hasta el momento, las diversas campañas arqueológicas han encontrado más de 250 representaciones de estos pies que se concentran, en su mayoría, en la vertiente sur y noroeste de la montaña. Estos ‘dibujos en la piedra’ que se realizaron mediante la técnica de picado continuo, se sitúan en cornisas y grandes piedras lisas que permiten plantarse sobre ellos y mirar hacia donde ellos miran. La inmensa mayoría de estos grabados están orientados en una cuña que oscila entre el oeste y el suroeste. Apuntando directamente a las islas de Gran Canaria y Tenerife y, concretamente, a accidentes geográficos como el Teide o el Pico de las Nieves (máxima altura grancanaria). Según expertos del Instituto de Astrofísica de Canarias, esta distribución no es casual y apuntan a una orientación que combina lo geográfico y lo astronómico. Los arqueoastrónomos, investigadores que estudian la relación de los yacimientos arqueológicos y los cuerpos celestes, señalan que estos grabados sirvieron a los antiguos majos y majas (gentilicio con el que se conoce a los pobladores prehispánicos de la isla) para determinar con exactitud el solsticio de invierno y el tránsito de la luna y venus durante las diferentes estaciones. Tindaya sería algo así como un enorme reloj astronómico; un calendario de piedra gigantesco.

 

 

Es muy probable que la cima de la montaña fuera el escenario de rituales religiosos y de prácticas de carácter mágico o simbólico, de ahí que Tindaya sea considerada como un santuario. No es extraño, tampoco, que tras la llegada de los europeos y la implantación del Cristianismo como religión única y oficial, el lugar quedara vinculado a prácticas poco ortodoxas. Durante siglos, a Tindaya se la conoció como La Montaña de las Brujas y es fruto de numerosas leyendas, cuentos, anécdotas y supersticiones. La pequeña Ermita de Nuestra Señora de la Caridad (siglo XVIII), situada a los pies de la montaña, y en el caserío de Tindaya, recuerda que, desde hace algo más de seis siglos, los viejos dioses dejaron de mandar en la zona.

 

Santuarios de alta montaña en las Islas Canarias: paradigmas 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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