Botellas de plástico. Fuente: Wikimedia

La contaminación por plásticos y microplásticos es mucho más importante de lo que podemos llegar a imaginar. Las sustancias más útiles de nuestro planeta probablemente sean también una fuente importante de contaminación increíblemente difícil de controlar.

 

"Se estima que cada año unos ocho millones de toneladas de plástico caen al mar"

Cuando Leo Hendrik Baekeland desarrolló el primer plástico totalmente sintético en 1909, se dio cuenta del gran potencial ante el que se encontraba. El material que descubrió era increíblemente maleable, se podía crear a partir de productos químicos y era prácticamente indestructible. A día de hoy, los plásticos se han convertido en productos necesarios para nuestro desarrollo, formando parte de nuestro día a día: utensilios, construcción, aparatos electrónicos, transporte.... todo lleva algún tipo de plástico. Pero lo que muchas veces nos pasa desapercibido es hasta dónde llegan, realmente.

 

Gránulos de plástico. Fuente: Wikimedia

 

Un océano creciente

Los expertos no dudan en afirmar que para 2050 la cantidad de plásticos en el mar podría superar a la de peces existentes. No es una afirmación desmesurada. Durante la pasada expedición Malaspina, entre 2010 y 2011, el buque tomó muestras de casi todos los océanos. Y cual fue su sorpresa al toparse en todas y cada una de ellas con restos de plástico. Sí, incluso algunas muestras tomadas a 4.000 metros de profundidad, en mitad del océano, tenían restos de plásticos flotando junto los microorganismos detectados.

Según los investigadores, cada año caen al mar más de ocho millones de toneladas de plástico. Su procedencia es la mala gestión; y los países responsables de más del 83% de estos plásticos son China, Indonesia y Filipinas, Estados Unidos y Brasil, entre otros veinte, casi todos en Asia o África. En los giros oceánicos, que suelen encontrarse en el centro de los mares, se pueden encontrar grandísimas masas de basuras plásticas. Algunas tienen el tamaño, en superficie, de países como Estados Unidos. El océano de plástico creciente no solo tiene forma de botellas y pedazos rotos en el estómago de cachalotes y en playas antes limpias. El plástico, además, toma otras formas aún más peligrosas para la fauna y el ecosistema circundante.

 

El pequeño gran peligro

"Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo, los investigadores se han percatado de que estos microplásticos son imposibles de detener en su camino hacia el océano"

Cuando una botella cae al mar, normalmente es arrastrada por las corrientes. Se une a cientos de otros restos a la deriva, hasta unirse a nuevos resto, flotando en corrientes más grandes. Estos se van reuniendo en enormes masas de miles y miles de trozos, azotados por las fuerzas marinas. Al final, el mar actúa como una enorme trituradora. Nuestra botella termina por romperse y, con los años, se hace añicos. Pequeños pedazos, grandes apenas como un grano de arroz, que flotan sin control a través de las corrientes. Pero aún podemos llegar más allá.

Los microplásticos son pequeñísimas partículas, invisibles prácticamente, hechas de diversos tipos de plástico. Se han usado durante varios años en cremas exfoliantes, pasta de dientes y otros productos cosméticos, así como para investigación por sus propiedades. Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo, los investigadores se han percatado de que estos microplásticos son imposibles de detener en su camino hacia el océano. Una vez allí flotan junto al plancton y contaminan a los animales que filtran las aguas; o se encallan en las agallas de los peces y otros órganos (volviendo a los seres humanos, por cierto, al comerlos). En cualquiera de los casos, los microplásticos suponen un grave problema ambiental cuyo única solución parece encontrarse en prohibir su uso.

 

Contaminación en la playa. Fuente: Wikimedia

 

La solución está en el diseño

Pero nos encontramos ante un problema mucho más grave de lo que parece. No solo a nivel ambiental. Y es que, como decíamos, dependemos de los plásticos para casi todo. Actualmente no hay aspecto en nuestra vida que no esté relacionado de una manera u otra con estos materiales. ¿Qué podemos hacer, entonces? Aunque el control es una necesidad, existe también otra acción que deberíamos tomar en consideración y actuar en consecuencia: el diseño. Cada vez son más los expertos que se percatan de que todo se podría solucionar si usáramos plásticos mejor diseñados.

¿En qué sentido? Un diseño adecuado permitiría mejorar el reciclaje, la recuperación y el control de plásticos en el medio. Usando plásticos biodegradables nos permitiría reducir enormemente la cantidad de basuras que llegan al medio ambiente. Además de todo esto, se podría reducir mucho la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos en la industria plástica. Por ejemplo, los plásticos tintados son más difíciles de tratar por culpa de las moléculas que los recubren. Y solo tienen un sentido estético.

A todo esto, por supuesto, hay que cambiar el sistema de gestión. Controlar para qué y cómo se usan los plásticos. Esta acción pasa por la gestión gubernamental, por el control industrial y por la concienciación ciudadana. Al igual que se conciencia a la sociedad sobre el reciclaje, es importante concienciar sobre el peligro creciente de los plásticos en nuestro mundo. Solo con planes de control integral, educación y acciones directas podremos reducir la cantidad de plásticos que nos amenazan.

 

Canarias contra los plásticos

"Los microplásticos pueden portar moléculas tóxicas y dañinas procedentes de diversas fuentes"

Actualmente, por su situación privilegiada y su gran conciencia medioambiental, las Islas han declarado una guerra abierta contra los plásticos. Durante el pasado mes de mayo, por ejemplo, más de 600 expertos participaron en la primera conferencia internacional sobre los microplásticos, en Lanzarote. En dicha conferencia se confeccionó un documento denominado "Declaración de Lanzarote" para reivindicar la necesidad de un control sobre los plásticos. Por su parte, el grupo de investigación en Ecofisiología de Organismos Marinos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria estudia desde 2015 la presencia de microplásticos en playas como la Lambra o la playa de Famara, y Las Canteras. Los resultados muestran que todas y cada una de ellas está altamente contaminada por plásticos de todo tipo, lo que es un problema creciente.

El Instituto Tecnológico de Canarias, a su vez, estudia diversos aspectos de los microplásticos, analizando las sustancias químicas adsorbidas en su superficie. Los plásticos en sí, muchas veces, no son peligrosos o tóxicos por sí mismos. Al menos no a corto plazo. Pero los microplásticos pueden portar moléculas tóxicas y dañinas procedentes de diversas fuentes, siendo auténticas píldoras venenosas. Así, los microplásticos situados en las arenas de la playa (no hay una sola playa en todo el mundo que no se estime contaminada por plásticos) puede suponer un serio problema para la fauna. El auge de los plásticos ha sido meteórico, tanto en tiempo como en cantidad. Pero solo a nosotros nos toca poner las medidas para no quemarnos con su brillo.

 

Mapa de la concentración de plástico en g/Km2. Fuente: PNAS

 

Más sobre este tema

●     La lucha contra los microplásticos del mar

●     Conferencia Internacional sobre Microplásticos 2016 en Lanzarote

●     Océanos de plástico

 

 

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